Nombre científico: Hypericum perforatum
Familia: Hipericáceas
Clase: Angiospermas dicotiledóneas
Se distingue de otros hiréricos por sus hojas desprovistas de vellosidad y en las que es posible apreciar numerosas puntuaciones que, vistas al trasluz, aparecen de un tono más claro que el resto de la hoja; estas manchitas no son otra cosa que glándulas productoras de esencias y que aparecen de un tono menos verde por carecer de clorofila. Los tallos están adornados por dos líneas sobresalientes y alcanzan de dos a cuatro palmos de altura, mientras que las flores, con unos dos o tres centímetros de diámetro, son de color amarillo y aparecen sobre la planta entre mayo y agosto.
Se cría en los bosques no muy densos, en los declives herbosos, al borde de los caminos y en los setos y ribazos frescos.
Esta y otras especies de hipérico se utilizan en numerosos preparados medicinales de fitoterapia. Su principal virtud, ya conocida desde el renacimiento, es la vulneraria, es decir como cicatrizante de heridas abiertas y ulceraciones. También se utiliza para reducir el dolor de las quemaduras, pues parece que ejerce una cierta anestesia local suave. Todas estas propiedades medicinales y otras muchas que se le atribuyen podrían estar relacionadas con los antibióticos que, según investigaciones recientes, se localizarían en diversas partes de la planta, pero principalmente en el fruto. El hipérico se administra en forma de emulsión obtenida por la mezcla de hojas, flores y frutos con aceite de oliva.
¿SABIAS QUÉ...?
En las flores del hipérico se localiza un pigmento rojo, perteneciente al grupo de las flovonas, que produce la fotosensibilización de los animales de piel blanca que las ingieren y les hace perder su pelaje albo.
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