Familia: Agámidos
Clase: Reptiles
La fisonomía del agama es realmente espectacular. Su cabeza, aplastada y triangular, es de un vívido color rosa; el tronco y las patas, por el contrario, adquieren una bella tonalidad azul verdosa; mientras que la cola, robusta y con marcadas escamas, repite la coloración de la cabeza.
Es un animal muy territorial y tal despliegue de color no tiene otra finalidad que la de advertir a los posibles competidores de que ese espacio ya tiene dueño. Para reforzar el efecto, el animal mueve continuamente la cabeza de arriba y abajo, con lo que logra que el sol refleje en sus escamas, lanzando así brillantes destellos.
Cuando el agama no está peleando, anda correteando entre el matorral a la caza de pequeños insectos o se tumba sobre una roca mientras toma plácidamente el sol.
Pero a veces, los llamativos colores del macho no atraen a una hembra, sino a otro macho dispuesto a desplazarle del territorio y entonces entre ambos lagartos se entabla una ferocísima lucha, en la que los contricantes se muerden las mandíbulas tratando de voltear al contrario. Esta pelea es más espectacular que dañina y pronto uno de los ejemplares se da por vencido y se marcha.
¿SABÍAS QUÉ...?
Durante los combates territoriales, los agamas cambian de color. El que va ganando aumenta la intensidad de sus tonos, mientras que el perdedor los va apagando hasta adquirir una coloración similar a la de la hembra.
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