Familia: Aizoáceas
Clase: Angiospermas dicotiledóneas
Estos cactus habitan en las zonas desérticas del sur de África, en las que crecen formando pequeños grupos. Su parecido con una piedra es tan grande, que muchas de sus especies han pasado inadvertidas a los botánicos durante años. Debido a los territorios que ocupan, están perfectamente adaptadas a soportar temperaturas muy elevadas, tanto en el suelo como en el ambiente y a aguantar unas duras y prolongadas condiciones de sequía continuada.
A simple vista se aprecía que son plantas muy pequeñas, cuyo diámetro apenas alcanza unos pocos centímetros, y carnosas. Están formadas por dos gruesas hojas de color verde grisáceo, amarillo-rojizo o marrón, que se encuentran unidas por su mitad o en toda su longitud. En la superficie tienen unas líneas ramificadas, que dan lugar a distintos dibujos, según las especies.
Las flores aparecen cuando la planta tiene dos o tres años de edad, son de color blanco o amarillo y ligeramente perfumadas. Nacen entre el par de hojas y sus pétalos cubren casi toda la planta.
Las semillas germinan a la llegada de las lluvias y pueden aguardar hasta siete años enterradas en el suelo hasta que vuelvan a repetirse unas condiciones de humedad y temperatura adecuada.
Otra curiosidad de estas plantas es la forma en la que aparecen las nuevas hojas. Éstas nacen entre las antiguas, que se van arrugando y deshidratando para ayudar el crecimiento de los nuevos brotes, hasta que se convierten simplemente en cubiertas secas.
¿SABIAS QUÉ...?
Los característicos dibujos de la superficie de las hojas están formados por un tejido transparente, que actúa a modo de ventana para permitir que la luz llegue al interior de la planta y produzca sustancias nutritivas.
La madre natura siempre nos sorprende con éstas plntas expectaculares.
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